¿Quién soy?

RAQUEL GARCÍA

Soy Raquel García y tengo 46 años en esta vida, quien sabe cuántos llevo ya de otras acumulados. Lo que sí sé, es que la vida que me ha tocado ahora ha hecho que de manera inevitable acabase en este mundo mágico del Yoga.

Hace diez años que practico esta disciplina y unos cuatro años tratando de transmitir lo que el Yoga hace en mí.

Mi camino por esta vida no ha sido digamos fácil, he tenido que aprender desde muy pequeña el significado del duelo, despidiendo a seres muy queridos: mi hermano, mi abuela… Siendo la última de mis despedidas, hace 8 años la de mi bebe Pedro, gemelo de un cuarto embarazo. Junto a él nacía Beltrán, mi luz, mi guía y compañero inseparable. Este fue el mayor de los rotos que la vida pudo poner frente a mí. Y aquí fue, cuando los abrazos del Yoga me envolvieron y curaron lágrimas, gritos y desazón.

Con todo esto, trato de poner en antecedente de porqué estoy ahora aquí.

Tras esta amarga despedida, mi vida se paralizó, ya no era la de antes, no podía seguir en el mismo trabajo, no podía tener las mismas amistades, no podía, no podía…. por tanto, cambié mi camino, mi sendero y decidí dejarme querer por el Yoga y seguir las señales que el universo, no hacía más que mostrarme, sentía como una fuerza superior a mí, me empujaba a dejar todo.

Empecé a formarme en varias escuelas, Yoga Terapéutico con la escuela Apyta , fue el pistoletazo de salida, después seguí con mi grandes profes, Eva Klimberg y David García los cuales me formaron en Hatha Yoga y como esto es infinito sigo bebiendo del aprendizaje del yoga actualmente con Silvia Jaén, especializando mi formación en estilo Iyengar.

Después de explorar varios tipos de Yoga, la madurez en el aprendizaje de esta disciplina ha hecho que mi trabajo se fuera puliendo cada vez más. Hace un par de años una frase de Geeta Iyengar, me hizo reflexionar y la tengo tan integrada en mí, que es como un mantra en mis clases y en mi día a día:

“La pose del Yoga no es la meta. Ser flexible o pararse en tus manos no es la meta. La meta es crear espacio donde alguna vez estuviste atrapado. Para descubrir las capas de protección que has construido alrededor de tu corazón…”